El mayor secreto sobre el cuidado de la piel

Si estás empezando en todo esto del cuidado de la piel, de momento, creo que tienes que tener clara una cosa:

La limpieza es el cuidado BÁSICO y fundamental diario que tienes que hacer. Ale, ya lo he dicho.

Siempre que pensamos en cosmética o cuidado de la piel, se nos vienen a la cabeza cremas y potingues con cualidades extraordinarias relacionadas con frenar esa obsesión con el tiempo que tenemos los seres humanos y poder aparentar ser más jóvenes.

Pero amiguis (para incluir amigas y amigos, porque TODO el mundo debería cuidarse la piel), no se puede empezar la casa por el tejado. No podemos empezar a ponernos capas y capas de productos y no limpiar. Esto que parece tan obvio, puede no serlo para alguien que esté empezando a enterarse del cotarro. Así que voy a explicarlo de forma ultra-sencilla:

Como siempre digo: “Si cuando nos duchamos, usamos jabón porque la suciedad no sale sólo con agua, entonces, ¿por qué en la cara no deberíamos hacer lo mismo para lavarla?”

Si no me creéis, haced la prueba cuando tengáis las manos manchadas de suciedad, grasilla, aceite, que sabéis que la sensación que se queda en las manos es incómoda… Probad a sólo mojar las manos ¿a que no es suficiente? Pues en la piel de la cara también hay suciedad que se va acumulando y hay que retirarla, igual que cuando uno se da una buena ducha enjabonada.

¡Ojo! Esto no quiere decir que usemos el gel de ducha en la cara. Que a ver… por poder, podríamos. Pero la piel de la cara es más fina y tiene otras necesidades, como por ejemplo un pH concreto. Términos como el pH ya los revisaremos más adelante, no os agobiéis con los tecnicismos. Lo que vengo a decir es que lavarnos la cara por la mañana echándonos agua, no es limpiar la piel.


“Vale, Sarai, pero no entiendo cómo puede este gesto tan simple realmente marcar una diferencia.”

Fácil. Fijaos que si no lavamos la piel de la cara, será más fácil que la grasilla que segrega la piel de forma natural se acumule sobre la superficie taponando los poros, y también dentro del mismo poro, favoreciendo diferentes imperfecciones que todos conocemos y que son nuestros enemigos número uno (puntos negros, espinillas, granos…). Además, las bacterias crecerán libres y despreocupadas infectando y causando inflamaciones aún más odiadas (pústulas, pápulas, acné). Y éstas además, hasta pueden doler.


“Ok, me comprometo a limpiarme pero… ¿cómo lo hago? ¿Qué producto escojo?”

Yo no soy partidaria de dar recomendaciones de marcas concretas sin ton ni son. Sobretodo si no las he probado o sin conocer el tipo de piel de la persona a la que se la recomiendo. En siguientes posts profundizaremos más sobre qué tipo de productos tenemos a nuestra disposición para elegir el que más nos guste o mejor nos venga según lo que nuestra piel necesite, el estado de hidratación o si usamos o no maquillaje, cuántos pasos podemos seguir y en qué orden llevarlos a cabo. ¡Es mucha información! Pero te voy haciendo un poquito de spoiler:

Tu limpiador perfecto será una mezcla equilibrada de A) lo que necesita tu piel y B) lo que te más te guste usar (por textura, olor o forma de usarlo). Lo ideal es probar y encontrar tu método preferido. Como generalización rapidísima:

  • Si te gusta hacer espuma y enjuagar con abundante agua porque te gusta esa sensación fresca, lo tuyo podrían ser los geles o las espumas. Normalmente a las pieles con algo o bastante grasa les gustarán estos métodos.
  • Si te gusta aclarar, pero tu piel necesita algo que no te deje tanta sensación tirante (puede que tu piel tenga tendencia a deshidratarse o esté deshidratada), existen los aceites limpiadores, bálsamos o mantecas.
  • Si te da pereza o te resulta incómodo todo esto del agua, puedes usar aguas micelares (se adaptan a casi todo tipo de piel) o leche limpiadora con disco de algodón, de esta forma arrastras la suciedad y no necesitas aclarar con agua, aunque puedes hacerlo.
  • Para eliminar bien el maquillaje, los bálsamos, aceites y mantecas seguidos de un limpiador al agua van de lujo y se lo llevan todo. Pero si no te van estas texturas oleosas y necesitas eliminar el maquillaje más resistente como labiales fijos o maquillaje de ojos waterproof, lo ideal es usar un bifásico para esas zonas concretas y usar el limpiador habitual que más te guste en el resto de la cara.

¡Recopilamos!

Incluir el hábito de la limpieza ayudará a evitar imperfecciones, eliminar el exceso de sebo, suciedad o maquillaje y favorecer la eliminación de células muertas de las capas más externas, dándole a la piel un mejor aspecto general. Y sí, si no te maquillas a diario, TAMBIÉN debes limpiar la piel. A partir de integrar todo esto, iremos construyendo poquito a poco la rutina. ¡Roma no se construyó en un día! Hay que empezar “Slow” para crear el hábito. Pero sin duda, una buena limpieza es un paso hacia el camino correcto.

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